jueves, 20 de febrero de 2014

HABLA EL P. PINAUD - PARTE 9


Les leeré algunos pasajes, todos sacados de los editoriales de Cor Unum, el boletín interno de la Fraternidad y escritos por Monseñor Fellay:
Será un poco largo, pero verdaderamente creo que el esfuerzo de atención vale la pena:
Marzo de 1995:

Habrá que esperar a lo que Roma intente para hacernos entrar en la amalgama universalista, donde terminaría por ofrecernos un lugar “entre los otros”… Podemos pensar que la tentación de entrar en “la oficialidad” podrá ser grande, en proporción a las ofertas que la Roma ecumenista podrá hacernos; negándonos a entrar en este juego de confusión, pasaremos por los villanos malos.

Octubre de 1996:

Huyamos como la peste del deseo de una prelatura, aliento del mundo que brota del orgullo y de la falta del espíritu de fe

Marzo de 1997:

La tentación de la oficialidad, es decir, de ser aprobados por la Iglesia oficial está vivo en ciertos medios cercanos a nosotros. Si nosotros queremos ser reconocidos un día, no estamos dispuestos a regatear para llegar al reconocimiento. Los bienes que conservamos son demasiado preciosos para arriesgarnos a tal tentativa.

Junio de 1999:
En una tentativa semejante, se busca forzosamente los mínimos comunes denominadores, se subrayan los puntos en los que estamos de acuerdo, o al contrario, se atenúan los puntos que podrían ofender… Esto introduce la confusión y el malestar en los fieles que no comprenden demasiado lo que paso. Entonces la confusión reinante reclama exposiciones de la doctrina y una actitud práctica tan clara como sea posible. No al Tradi-ecumenismo en nuestras filas.
Atención a una falsa caridad, que nosotros condenamos por cierto en la actitud ecuménica.
¡Qué honor poder servir así a la Iglesia, en la incomprensión general; que inmensa alegría poder sufrir cualquier cosa y de esta manera, ocultos, por el nombre de Jesús.
Marzo 2000:
Es muy necesario distinguir, como lo hizo Monseñor Lefebvre en la declaración del 21 de noviembre de 1974, entre la Roma eterna y la Roma modernista.
Hay que evitar toda actitud de compromiso que pueda, aunque sea un poco, disminuir la fuerza y la exigencia de la fe y de la disciplina católica.
La Fraternidad San Pedro está dando un lamentable ejemplo de este compromiso típicamente liberal. Paso a paso, Ecclesia Dei los hace ceder y los empuja más a la “realidad de la Iglesia” conciliar. La manera con la cual los trata Roma nos demuestra que no tenemos amigos de la Tradición en Roma. De ella ellos hicieron un trato que ellos esperan sea definitivo (y nosotros somos los únicos inoportunos…)
Febrero de 2001:
…El Vaticano se acercó a nosotros a finales del año pasado en persona del Cardenal Castrillón Hoyos y nos hizo una proposición de acuerdo.
…Pero si la intención de nuestros interlocutores romanos juega un papel muy importante en el examen de la situación, la cuestión de la buena fe o de la buena voluntad al contrario, no juega prácticamente ninguno. Y para resolver la cuestión de la oportunidad de las discusiones romanas, el examen de la intención de nuestros interlocutores tampoco es suficiente; necesitamos ubicarnos en un dominio más objetivo, el de los hechos.
…Está claro que el acercamiento de Roma aparece como una trampa.
Junio de 2001:
La situación en Roma no está madura. Lo que Roma nos propone no es lo que esperamos, el retorno de Roma a la tradición. El abismo doctrinal es inmenso, las perspectivas ninguna, la confianza imposible. Para mantener la presión y la atención de la Iglesia sobre la causa de la tradición, nos queda tratar de llevar a Roma hacia la discusión doctrinal.
Los sacerdotes de San Pedro nos han comunicado su preocupación respecto a nosotros: ¡que no nos vayamos a hacer como ellos! Desconfianza muy legítima.
Octubre de 2001:

En este ambiente de guerra y de rumores de guerra, necesitamos hablar de un peligro que se dibuja en el horizonte. Y este nos causa tanta pena y preocupación pues se trata de un amigo de larga data: Campos. Los sacerdotes de la Unión Sacerdotal San Juan María Vianney decidieron comprometerse en un acuerdo con Roma. ¿Están dispuestos a abandonar el combate? Es demasiado pronto para decirlo, ellos afirman lo contrario. He aquí brevemente el desarrollo de los hechos que nos hacen temer por ellos:
Le pedí a Monseñor de Galarreta que fuera inmediatamente con Monseñor Rangel con el fin de tratar de detener el proceso tan dudoso, oculto, realizado a nuestras espaldas. Monseñor de Galarreta tendrá dos entrevistas con el Consejo de la Unión Sacerdotal; ellos están en bloque, tienen respuesta para todo, incluso ya ni siquiera discuten, se justifican. Monseñor Rangel dirá: “Esa es su opinión, nosotros tenemos otra. Es una cuestión de prudencia, nosotros tenemos otro punto de vista” Ellos insisten que ellos continuarán el buen combate y que siguen siendo nuestros amigos.
Entre los argumentos utilizados para justificar el camino separado, encontramos de todo, argumentos que estos sacerdotes no nos tenían acostumbrados. “Hay que recibir con buen espíritu lo que viene de Roma, es decir, con la voluntad de ver el bien”.
 “Hay que negarnos a ser sedevacantistas no solamente en el papel; no hay que obedecer solamente de derecho sino de hecho…” “Rechazar la oferta romana sería cismático”.
Todos los argumentos basados en los hechos, en las declaraciones y las acciones de Roma sobre la Fraternidad San Pedro por ejemplo, se topan con un “nosotros somos diferentes a San Pedro”…
Lo que Roma propone, por lo que podemos saber: una prelatura personal, un obispo suplementario, la exclusividad del rito tradicional (1962), pero la obligación de obtener el permiso del obispo local cuando la misa sea celebrada extra muros proprios o por la apertura de un nuevo lugar de apostolado.

Continúa...